sábado, 16 de abril de 2011

Risadas e congresso


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Risadas e Congresso


Por Yoani Sanchez, Desde Cuba


Rir continua sendo uma cura efetiva para os percalços cotidianos. Daí que nesta Ilha o abrir os lábios num sorriso é feito mais por autoterapia do que por felicidade. Depois, os turistas tiram fotos e se vão dizendo que este é um povo alegre que não perde o humor frente as dificuldades. Ai! Os turistas e suas explicações! Dão a volta ao mundo com a instantaneidade daquela gargalhada que precedeu, em nosso rosto, o gesto de angústia ou com a imagem do contentamento que nos tomou ao resolvermos – depois de um ano de gestões – os óculos de grau para o menino.

Uma piada engraçada também pode ser uma medicina preventiva para evitar as decepções que sobrevirão. Talvez por essa razão cada vez que pergunto a alguém sobre as possíveis reformas que brotarão do sexto congresso do PCC, responde-me com um risinho, com um “hihihi” de tom irônico. Ato contínuo encolhe os ombros e manda uma frase tipo: “bom, não há que se ter ilusões”… “Vai que na melhor hipótese autorizam comprar casas e automóveis”. Conclui suas palavras com outro enigmático gesto de regozijo, que me confunde ainda mais. Difícil é saber se a maioria dos meus compatriotas hoje prefere que se aprovem transformações no conclave partidário ou que se produza um fiasco para evidenciar a incapacidade do sistema em se reformar.

Mesmo que a expectativas tenham esmaecido muito nos últimos meses, algo fica delas e, sobretudo, entre os mais despossuídos materialmente e entre os mais aferrados ideologicamente. A imagem de um Raúl Castro pragmático cedeu lugar a do governante dúbio e aprisionado por uma conjuntura que o subjuga. O congresso que alguns supuseram reformador tardou demasiado e perdeu com esta espera muitas das esperanças que desatou uma vez. Por trás do sorriso enigmático dos motoristas profissionais, vendedores de pizza, estudantes e até militantes do partido, esconde-se agora a insolência dos que sabem quão pouco as coisas mudaram e usam o gracejo silencioso para se vacinarem – de antemão – contra essa frustração.




Risas y congresso


Reírse sigue siendo una cura efectiva contra los tropiezos cotidianos. De ahí que en esta Isla al desplegar los labios en una sonrisa lo hacemos más por auto terapia que por felicidad. Después, los turistas nos toman fotos y se van diciendo que este es un pueblo alegre que no pierde el humor ante las dificultades. ¡Ay los turistas y sus explicaciones! Le dan la vuelta al mundo con la instantánea de aquella carcajada que precedió en nuestro rostro al gesto de angustia o con la imagen de la contentura que nos embargó al resolver –después un año de gestiones– los espejuelos graduados para el niño.


También desternillarse puede resultar una medicina preventiva para evitar las decepciones que sobrevendrán. Quizás por esa razón, cada vez que pregunto a alguien acerca de las posibles reformas que brotarán del sexto congreso del PCC, me responde con una risita, con un “jijiji” de tono irónico. Acto seguido se encoje encoge de hombros y suelta una frase como “bueno, no hay que hacerse ilusiones… va y a lo mejor autorizan comprar casas y autos”. Concluye sus palabras con otro enigmático mohín de regocijo, que me confunde más aún. Difícil saber si la mayoría de mis compatriotas prefiere hoy que se aprueben transformaciones en el cónclave partidista o que se produzca un fiasco para evidenciar la incapacidad del sistema de reformarse.


Aunque las expectativas se han desteñido bastante en los últimos meses, algo queda de ellas y, sobre todo, entre los más desposeídos materialmente y entre los más aferrados ideológicamente. La imagen de un Raúl Castro pragmático ha cedido lugar a la del gobernante dubitativo y atrapado por una coyuntura que lo supera. El congreso que algunos supusieron reformador, ha tardado demasiado y perdió con esta espera muchas de las esperanzas que una vez desató. Detrás de la sonrisa enigmática de choferes de alquiler, vendedores de pizzas, estudiantes y hasta militantes del partido, se encubre ahora la insolencia de quienes saben cuán poco cambiaran las cosas y usan la burla silente para vacunarse –de antemano– contra esa frustración.



Yoani Sánchez Licenciada en Filología. Reside en La Habana y combina su pasión por la informática con su trabajo en el Portal Desde Cuba. http://www.desdecuba.com/generaciony





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